Tempus fugit
Como un potente soplo de viento sur y sin darnos cuenta, han transcurrido 40 años desde que 6 profesionales y amigos, decidimos correr el riesgo de crear nuestra propia asesoría con el ánimo de dar respuesta completa a las empresas y personas físicas que desearan tener además de un asesoramiento integral en el ámbito fiscal, laboral, jurídico y contable, unos colaboradores para cualquier problema que surgiera con la Administración y que, además, se responsabilizaran plenamente de las decisiones que tomaran.
A pesar de las incertidumbres que todo emprendimiento conlleva y animados por las esposas de los casados que, desde el primer momento, estuvieron a nuestro lado, nos pusimos manos a la obra y desde el 1 de noviembre de 1979 empezamos a tomar decisiones que afortunadamente, aunque difíciles en aquella época, dieron, como puede comprobarse hoy, excelentes resultados.
Lo primero que hicimos fue ir a un Banco y solicitar un crédito que invertimos en un ordenador del que carecían, entonces, la mayor parte de las empresas, incluidas las de la futura competencia.
Como eran otros tiempos, el aparato ocupó, cuando nos lo entregaron una sala de más de 60 metros cuadrados y sólo permitía, si los recuerdos no me fallan, dos pantallas.
A continuación, teníamos que buscar un lugar adecuado para montar el despacho y, casualidades de la vida, mi difunto padre que pasaba un día por la plaza Pombo, me indicó que había visto un piso en el número 25 de la calle Hernán Cortés con el letrero de “se alquila”.
Inmediatamente fuimos a verlo y nos pareció un lugar idóneo pues estaba en el centro de la ciudad y con parking cercano.
Conectamos con el propietario, y llegamos a un rápido acuerdo. La única pega que tenía es que estaba hecho una ruina y, por tanto, tuvimos que hacer nuevo todo, despachos, sala de juntas, baños, oficinas generales, etc, lo cual conllevó un incremento de gastos no previstos.
Entretanto, y para atender clientes que pudieran surgir, establecimos el cuartel general en la vivienda vacía que tenía Juan José Negrete, en la calle San José, con la buena suerte de que nuestro primer cliente se quedó trabado en el ascensor y éste ya no volvió a funcionar hasta que nos trasladamos a la Plaza Pombo.
Foto de familia el día de la inauguración de Gestisa
Para no cansar, indicar que nuestro asesoramiento siempre fue rigurosamente estricto con la legislación vigente, aunque en buena lógica buscando y eligiendo la norma que fuera más favorable para el cliente.
Como ejemplo de ese rigor, describo una anécdota de las muchas que pudiera contar después de tantos años de ejercicio.
Me pidió cita el dueño de un negocio que se quería hacer cliente, pues le habían hablado bien de nuestra empresa, y nada más comenzar la conversación, me dijo que la religión que practicaba le obligaba a decir la verdad de sus beneficios. Le indiqué que me dijera cuales eran éstos al año y me indicó que 4 millones de pesetas y le dije que tendría que pagar un millón aproximadamente, NO VOLVIÓ AL DESPACHO.
Termino con mi agradecimiento a todo el personal, profesionales y colaboradores, sin vuestra ayuda nada hubiera sido posible. Y, con un recuerdo imborrable para nuestros socios Federico e Inés, Juan José y Marisol, Salvador y María Jesús, José Antonio y Dolores, José Luis Arce, y con el mayor agradecimiento a mi esposa Pilar, fuente de inspiración en aquellos difíciles momentos y decisiva a la hora de que el proyecto saliera adelante.
Para los difuntos Federico, Juan José y Salvador, desearles que en el más allá sigan contemplando su obra y para los vivos José Luis, José Antonio y el que suscribe estas líneas, Arsenio Tazón, que se sientan orgullosos de la continuidad que está teniendo esta empresa, en la esperanza de que se prolongue durante muchos años más.
Arsenio Tazón Expósito
Socio-Fundador